Con un tamaño que varía entre los 19 y 22 centímetros, un peso que no supera los 350 gramos y su hábitat en las praderas de la estepa patagónica, el tuco-tuco de Magallanes (Ctenomys magellanicus) ha sido catalogado como especie vulnerable según el 9° Proceso de Clasificación de Especies del Ministerio del Medio Ambiente.
Ante la necesidad de conocer más sobre su población y comportamiento, ENAP Magallanes llevó a cabo un estudio pionero en el norte de Tierra del Fuego, específicamente en el Bloque Arenal, donde la empresa tiene operaciones de extracción de hidrocarburos.
La directora de Estudios Ambientales de ENAP, Marcela Paratori, explicó que esta iniciativa surgió como parte de los compromisos ambientales de la empresa en el marco de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del proyecto Sub-Bloque Cabaña Oeste. “La autoridad ambiental planteó la necesidad de conocer mejor la especie para su debida protección. Por ello, ENAP propuso como compromiso voluntario realizar este estudio, que sienta las bases para el conocimiento del tuco-tuco en Magallanes”, destacó Paratori.
Por su parte, Patricia Silva, jefa del Área de Estudios Ambientales de ENAP Magallanes, valoró la relevancia del trabajo. “Es el primer estudio de este tipo en la región, lo que nos posiciona como pioneros en la generación de conocimiento sobre la especie. Además, es una herramienta esencial para el desarrollo de nuestros proyectos y para futuras investigaciones”, señaló.
Los resultados del estudio fueron presentados en una actividad con la participación de diversos actores del ámbito ambiental, incluyendo representantes del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de Magallanes, la Seremi de Agricultura y la Corporación Nacional Forestal (Conaf).
El director del SEA Magallanes, José Luis Riffo, resaltó la importancia del estudio para la evaluación ambiental de proyectos. “El tuco-tuco está en categoría vulnerable, lo que es preocupante. Este esfuerzo de ENAP por comprender mejor su comportamiento y hábitat es clave para una mejor evaluación de los impactos ambientales”, afirmó.
Durante dos años, una consultora especializada realizó el análisis del tuco-tuco en la región, con un enfoque en su hábitat, abundancia, distribución y dinámica poblacional.
El académico de la Universidad de Santiago de Chile e investigador de la Consultora Ciencia Ambiental, Darío Moreira, detalló la metodología empleada. “Utilizamos cámaras trampa para monitorear las madrigueras, determinar cuántas eran colonizadas o abandonadas, identificar sus patrones de actividad durante el día y analizar con qué otras especies coexiste. Esto nos permite entender por qué el tuco-tuco se encuentra en ciertas zonas y no en otras”, explicó Moreira.