Marcela Andrades Alfaro, actual directora de un jardín en Puerto Natales, ha emprendido una noble misión para preservar la memoria histórica de Chile y honrar a su madre, una presa política durante el golpe de estado. Su herramienta para esta causa es la recreación de los "Soporopos", pequeños objetos de tela y lana que desempeñaron un papel vital en la lucha por los derechos humanos en la década de 1970.
Estos diminutos muñecos fueron utilizados para ocultar información crucial, como nombres de detenidos desaparecidos, mapas, y detalles sobre los campos de concentración. Los nombres se escribían en pedazos de tela que se escondían secretamente en los "Soporopos" y se entregaban a la Vicaría de la Solidaridad, dependiente de la Iglesia Católica, que a su vez informaba a la Comisión de Derechos Humanos en la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Marcela Andrades Alfaro, con profundo amor y respeto por su madre y las valientes mujeres que crearon los "Soporopos", se dedica a replicar estos objetos como una forma de mantener viva la memoria histórica de Chile. Su trabajo también tiene un fuerte enfoque en la educación en derechos humanos, especialmente dirigida a los jóvenes, para asegurarse de que las atrocidades del pasado nunca se repitan en Chile.
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La historia de los "Soporopos" es un recordatorio del amor filial entre una madre y sus hijos, así como un llamado a la fraternidad y la solidaridad entre las personas. Marcela comparte esta historia a través de charlas, murales y redes sociales para que nunca se olvide este capítulo oscuro de la historia chilena y para que las futuras generaciones comprendan la importancia de preservar la memoria y promover los derechos humanos.
